viernes, 17 de abril de 2009

Elliot, noventa y nueve días

Sé que muchas personas no lo entenderán, pero me gustaría que les hiciera pensar. A pesar de todo, hay quien está dispuesto a amar hasta el dolor sabiendo que éste aparecerá inevitablemente. Que también es vida y es digna de amor la del niño enfermo, condenado a una muerte prematura. Elliot, con un desorden genético llamado trisomía 18, sólo vivió noventa y nueve días. Detectaron pronto que algo no iba bien en el embarazo, sin embargo los padres no se plantearon "interrumpirlo", lo amaron hasta el día que partió de este mundo. El día de su entierro liberaron noventa y nueve globos, la frase final resume la actitud con que se despidieron de él: "El Señor nos lo dio, el Señor se lo llevó. Bendio sea el Nombre del Señor", del libro de Job.



Lo encontré en "Perder el miedo a equivocarse".

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