viernes, 28 de agosto de 2009

Revistas de información religiosa

Con el sugerente nombre de "Vida Nueva" hace años que la revista de información religiosa de PPC acompaña el devenir de la Iglesia. Ha pasado por diferentes fases a lo largo de su historia y ha salido adelante ante empujones de un lado y del otro. Hoy es una revista que aporta información actualizada y de interés sobre lo que pasa en la Iglesia y su relación con la cultura actual. Es curioso que a pesar de existir en España un gran número de revistas de índole religiosa que llegan a miles de personas, no haya ninguna que sea capaz de aparecer periodicamente en los quioscos y haya que recurrir a la subscripción o la compra en librerías especializadas, pero así es.
Recientemente la revista RS21, antes Reinado Social del Sagrado Corazón, fue puesta en manos de José Manuel Vidal, periodista, ex-sacerdote, que quiso imprimirle un talante de información crítico y actual y colocarla en los quioscos con una agresiva campaña de difusión y portadas llamativas. Pero creo que no ha conseguido su propósito a pesar del esfuerzo. No sé si es que no es ese el medio o que una revista que se centra en la crítica sistemática a la propia Iglesia no es lo que un cristiano de a pie comprará mensualmente. La revista ha pasado a llamarse 21 a secas y pueden consultar sus contenidos también en internet
En este sentido, Vida Nueva ha sabido combinar la opinión, a veces crítica y contundente, con la información y la reflexión sosegada manteniendo un aire de actualidad que se agradece.
Los enlaces para que puedan mirar son estos:

domingo, 23 de agosto de 2009

La comunidad de S. Egidio

HAN LOGRADO RESOLVER CONFLICTOS ARMADOS EN MOZAMBIQUE, BURUNDI O GUATEMALA

San Egidio, el brazo diplomático del Vaticano

Los «cascos azules» de Dios, la mano izquierda de la diplomacia vaticana, la ONU del Trastévere, son algunos de los apodos con que es conocida la Comunidad de San Egidio, una organización católica, dirigida por un profesor universitario de Historia del Cristianismo, Andrea Riccardi.


(José Ángel Agejas/ReL) Como toda organización humana, tiene partidarios y no pocos detractores que les acusan de formar un poderoso lobby que se mueve entre poderosos. Lo que nadie puede poner en duda son sus logros a favor de la paz, de los pobres y del ecumenismo. Incluso parlamentarios italianos de todos los partidos políticos firmaron una moción para proponer que la Academia sueca les concediera el Nobel de la Paz en 2002.

En 1968, el prestigioso historiador italiano Andrea Riccardi aún no había cumplido los 20 años y se disponía a fundar la Comunidad de San Egidio. Desde entonces, estos «cascos azules» del Vaticano han logrado resolver diversos conflictos armados en África o Iberoamérica, «obligando» a las partes enfrentadas a firmar una paz duradera. Así ha sido en Mozambique, Burundi o Guatemala. Y es que la relevancia internacional de esta Comunidad ha venido por sus logros a favor de la paz entre los pueblos. El caso de Mozambique se ha convertido ya en el caso paradigmático, pues desde que en 1992 lograran que las partes enfrentadas firmaran la paz, su compromiso con esa nación africana es constante y ha impedido nuevos estallidos de violencia.

De hecho es un caso singular también porque es el único país africano que ha logrado salir definitivamente de un conflicto civil armado, que se prolongó durante más de 16 años. Los acuerdos de paz entre el Gobierno y la oposición armada se firmaron en Roma, gracias a la mediación de la Comunidad de San Egidio. En marzo del año 2001 Andrea Riccardi (en la foto) intervino ante la Asamblea de la República de Mozambique para exigir que se respetaran aquellos acuerdos, en un momento en el que el enfrentamiento entre los dos partidos mayoritarios por denuncias de corrupción electoral, y que provocó enfrentamientos en los que murieron 22 personas, corría serio peligro de degenerar en violencia.

Ayuda para vencer el sida

En Mozambique desarrollan, entre otros, un programa de asistencia a los 160.000 huérfanos que ha provocado el sida. Consiguieron llevar los tratamientos con antirretrovirales conocidos en el Primer Mundo que permitieron que naciera el primer niño sano de una madre enferma de sida. En 1999 lograron mediar entre el Gobierno y la oposición de Burundi para que se reunieran en Tanzania y así seguir con las conversaciones orientadas a conseguir un acuerdo de paz. Tras ocho años de guerra civil, una vez más los «cascos azules» de Dios consiguieron en mayo de 2001 que las partes enfrentadas (a excepción de una formación hutu) firmaran en Roma un acuerdo para poner en práctica los acuerdos de Arusha de otoño de 2000 que no habían sido cumplidos.

Aunque buena parte de sus negociaciones se llevan a cabo en África, también la labor de esta «diplomacia paralela» ha tenido sus frutos en algunos países de Iberoamérica. Al igual que en Mozambique, su mediación permitió acabar con la guerra civil en Guatemala. En el mes de abril de 2003 mediaron con la guerrilla colombiana y consiguieron -sin pago de rescate alguno- la liberación de dos técnicos italianos que llevaban raptados 19 meses. El Papa ha resumido su carisma así: «La amistad vivida con sensibilidad evangélica permite cruzar fronteras y saltar distancias, incluso cuando parecen insuperables -explicó el pontífice-. Se trata de un auténtico arte del encuentro, de una atención cuidadosa por el diálogo, de una pasión amorosa por la comunicación del Evangelio. Esta amistad se convierte en fuerza de reconciliación; una fuerza verdaderamente necesaria en este tiempo dramáticamente marcado por conflictos y enfrentamientos violentos».

40.000 miembros

Este movimiento de laicos agrupa a más de 40.000 personas en 60 países. La oración, la comunicación del Evangelio, la solidaridad con los pobres, el ecumenismo y el diálogo son los cinco pilares de esta «asociación pública de fieles» que tomó el nombre de la iglesia del barrio de Trastévere donde empezaron a reunirse para la oración y a servir a los más necesitados. «Somos una pequeña gran realidad -confiesa Riccardi- compuesta por hombres y mujeres que creen y que trabajan por los pobres en las más diversas latitudes del mundo. Y dentro de la Iglesia sentimos que nuestro papel es el de vivir el Evangelio y de reclamar constantemente la amistad con los últimos y la necesidad del diálogo».

Desde que Juan Pablo II convocara el Encuentro Interreligioso de oración por la Paz en Asís, en 1986, la Comunidad de San Egidio ha mantenido vivo ese espíritu y se ha comprometido a difundir el mensaje de la Paz, convocando desde entonces todos los años un Encuentro Internacional que recordara aquel compromiso de las religiones por la paz. Roma, Varsovia, Malta, Bruselas, Milán, Jerusalén, Venecia, Bucarest, Lisboa. El primero de los encuentros del siglo XXI, que hacía el número 15 desde el primero de Asís, se celebró en Barcelona una semana antes del 11-S, con el lema «Las fronteras del diálogo: religiones y civilización en el nuevo siglo». No habían pasado quince días tras los terribles atentados, cuando ya reunían en Roma una cumbre de líderes cristianos y musulmanes a la que asistieron representantes de las Iglesias católica, ortodoxa, luterana, metodista, además de personajes relevantes del mundo islámico procedentes de Egipto, Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Estados Unidos, Argelia, Qatar e Irán.

Publicado el 13 Julio 2009 - 6:25pm

sábado, 22 de agosto de 2009

Irak, el drama que no cesa

Obispos en Iraq: «Lo estamos perdiendo todo»

Los dos obispos católicos en Bagdad, la capital de Iraq, han expresado su preocupación y pesar por la reciente ola de atentados con bombas que han causado 95 muertos y más de 500 heridos. «Con estos actos de violencia lo estamos perdiendo todo», aseguró monseñor Shlemon Warduni, obispo auxiliar caldeo, en una entrevista telefónica concedida a la agencia Catholic News Service. Por su parte, monseñor Jean Sleiman, arzobispo de Bagdad para los católicos de rito latino, aseguró a la misma agencia que todo el mundo está en estado de shock por la violencia. Monseñor Sleiman explica que la iglesia de Nuestra Señora de Fátima en la capital iraquí fue seriamente dañada por la explosión del día 19.

Publicado el 2009-08-22 09:12:00

(CNS/InfoCatólica) Monseñor Shlemon Warduni declaró a CNS que "cuando no hay paz, no podemos rezar, no podemos estudiar, no podemos trabajar; no podemos incluso ni hablar". Los cristianos de Bagdad, aseguró, "están muy tristes a la vez que enfadados".

"Estamos en una terrible situación, así que rezamos al Altísimo para que abra las mentes de todos, para que les de la sabiduría para hacer lo que es mejor para la reconstrucción de Iraq, para su paz y seguridad, para el progreso y el bien de todos los que viven en el país", afirmó monseñor Warduni.

El obispo de rito caldeo apeló a "todo el mundo, en todo el plantea -naciones pequeñas y grandes, organizaciones grandes y pequeñas y al pueblo iraquí también- a que busquen aquello que beneficie a Iraq y sus gentes y no a sus propios intereses". El prelado pidó la reconciliación entre los pueblos de Iraq para que la nación entera se preocupe por el bienestar de los individios y no se guíe por intereses partidistas.

"La paz depende del amor; de que nos amemos unos a otros y hagamos lo mejor los unos por los otros, desechando todo egoísmo", explicó monseñor Warduni, quien a continuación pidió oracione en todo el mundo por Iraq.

En el mismo sentido se produjeron las declaraciones a CNS de monseñor Jean Sleiman, arzobispo para los católicos de rito-latino de Bagdad. "Estamos en estado de shock y el temor a más violencia está por todas partes", afirmó monseñor Sleiman.

El arzobispo explicó que el templo de Nuestra Señora de Fátima en Bagdad fue dañado en las explosiones que tuvieron lugar el pasado día 19 de agosto. Aunque cree que el templo no fue el objetivo del atentado, su azotea fue destruida como consecuencia de las ondas expansivas de las bombas que explotaron en los alrededores.

"La violencia está golpeando a todo el mundo", dijo el arzobispo, quien aseguró que el reto más importante para la Iglesia en estos momentos es levantar el ánimo de los cristianos en Iraq. "Tenemos que empezar de nuevo", declaró el prelado.

martes, 18 de agosto de 2009

G. Depardieu y San Agustín


Gerard Depardieu: «Las Confesiones de San Agustín calman mis interrogantes más dolorosos»
El célebre artista francés cuenta cómo se engachó a San Agustín en un viaje a Roma con motivo del Jubileo del 2000. En un encuentro con el entonces papa Juan Pablo II, éste gritó a los cardenales presentes «¡Agustín! ¡Tenéis que hablarle de Agustín!». Así comenzó con las Confesiones de San Agustín.

(Jean Marie Guènois/ReL) El actor francés Gérard Depardieu participó hace años en un ciclo de lecturas de San Agustín, en la catedral de Nôtre-Dame de París, declamando durante 50 minutos algunos fragmentos del libro de las Confesiones seleccionados por el escritor André Mandouze. En la siguiente entrevista, publicada por el diario «La Croix», Depardieu explica el origen y el sentido de esta iniciativa.

- ¿Podría contarnos el origen de estas lecturas?

- Todo comenzó en Roma, durante el Jubileo del 2000. Quise ir en peregrinación porque siempre he admirado mucho a Juan Pablo II. Me colocaron entre los cardenales y me presentaron al Santo Padre. Él me miró y exclamó en dirección a los cardenales que le rodeaban: «¡Agustín! ¡Tenéis que hablarle de Agustín!» El cardenal Poupard quería que hiciese una película, pero le objeté que no conocía nada de la obra de San Agustín. Me aconsejó que comenzara con las Confesiones. La lectura no me resultó fácil al inicio, pero las palabras de Agustín me cautivaron.

Su reflexión me pareció sublime y me remitió a mí mismo, a mi itinerario personal. Entre los 15 y los 17 años no sabía explicarme, no era capaz de hablar a causa de una hiperemotividad patológica. Sólo gracias a las palabras de los demás, de los escritores, logré sosegarme. Cuando leí a San Agustín rechacé la idea de la película, porque la imagen ata. Mientras que las palabras de Agustín y lo que dejan entender nos ofrecen toda su verdadera dimensión. Me he atado a ese libro, hasta el punto de que me sigue atrayendo con fuerza a pesar de que lo leo todos los días. He estado acudiendo durante veinte años a un psicoanalista. Pues los libros X y XI de las Confesiones (¡un pozo de referencias para los psicoanalistas!) ofrecen respuestas a nuestras preguntas más íntimas y calman nuestros interrogantes más dolorosos.

«Le escuché enseguida»

- Usted ha escuchado la voz de San Agustín. ¿A qué se parece?

- ¡La escuché enseguida! Parece la poesía de un hombre que no sabe decir lo que le pasa. Esa búsqueda me toca de lleno porque me remite a mi misma fragilidad y a lo que he vivido en los momentos cruciales de mi existencia. Percibí instintivamente la irradiación, la luz y una cierta verdad de San Agustín a la vez que hicieron nacer en mí las ganas de buscar la forma de compartirlas con los demás en algún momento. Me imaginé un lugar donde la gente se recoge: iglesia, templo, mezquita, sinagoga. Allí encender cuatro velas que se consuman en 45 minutos - Moliére calculaba la duración de sus comedias conforme a la duración de las velas-, colocarme sin montaje alguno, simplemente anunciando en la puerta de la iglesia una lectura.

Me encontré con el presidente Bouteflika en Argelia en el 2001, en pleno recrudecimiento del fundamentalismo musulmán y sólo hablamos de San Agustín. Le dije que tenía necesidad de una guía, y él me aconsejó que hablara con André Mandouze que, por casualidad, estaba en Argelia en aquel mismo momento. Estaba impresionado, pero perdido en los libros de San Agustín. Pocos días después de nuestro encuentro, André me ofreció lo que buscaba: la historia de Agustín, su vida anterior, su conversión, el éxtasis. Me impresionó cómo San Agustín trataba a Dios de tú, el hecho de que se enfrentara directamente con Él. Quise comenzar desde esa cólera para acabar con el éxtasis. André llegó en el momento justo para indicarme el camino.

- ¿Le han hecho crecer las resonancias profundas, el camino íntimo y la cercanía de Mandouze?

- ¡Desde luego! Dejé la escuela a los 13 años, y la catequesis incluso antes de la Primera Comunión, porque el Padre Lefévre, que era mi director espiritual, me encontraba demasiado turbulento. En realidad yo era un apasionado de la vida. Goloso. Vivo. Tenía el deseo retorcido en el cuerpo de conocer todo, de entender todo. Por aquella época, en los años 50, los hijos de los pobres no se mezclaban con los de los ricos. Mi padre, hojalatero aunque llegó a ser gregario del Tour de Francia, era analfabeto, y mi madre tuvo muchos hijos.

Yo era una hierba que crecía salvaje, siempre animada por las ganas de hacer el bien. Era católico, no practicante, y siempre tenía en mí la presencia del misterio. Sin conocer nada, incluso sin saberlo, tenía la fe, pues la fe es, precisamente, las ganas de vivir, de vivir y de captar todo. Pero mis padres pusieron coto a mis ganas. La vida se ha encargado de atenderlas. He tenido que buscar mis guías. Y encontré dos: Jean Giono y su Canto del mundo. Y al final de mi adolescencia, cuando dejé Chateauroux, llevaba a mano en el bolsillo las Relatos de un peregino ruso. Siempre tenía en lo más profundo de mí mismo la súplica «¡Señor Jesús, ten piedad de mí!». Suspiraba con ella, y me quitaba todos mis temores. Estaba cargado de espiritualidad sin saberlo.

lunes, 17 de agosto de 2009

Sin compromiso

Queridos hermanos, que no vaya a ser falso
el servicio de ustedes desde la palabra de Dios.
Que es muy fácil ser servidores de la palabra sin molestar al mundo.
Una palabra muy espiritualista, una palabra sin compromiso con la historia,
una palabra que puede sonar en cualquier parte del mundo
porque no es de ninguna parte del mundo;
una palabra así no crea problemas, no origina conflictos.
Lo que origina los conflictos, las persecuciones,
lo que marca a la Iglesia auténtica
es cuando la palabra quemante, como la de los profetas,
anuncia al pueblo y denuncia:
las maravillas de Dios para que las crean y las adoren,
y los pecados de los hombres, que se oponen al reino de Dios,
para que lo arranquen de sus corazones,
de sus sociedades, de sus leyes,
de sus organismos que oprimen, que aprisionan,
que atropellan los derechos de Dios y de la humanidad.

Monseñor Oscar Arnulfo Romero
Arzobispo de San Salvador y mártir

(Encontrado en este blog, muy interesante)

martes, 11 de agosto de 2009

Jovenes en Taizé

Un grupo de los jóvenes de nuestra parroquia han estado en Taizé junto con otros de toda la diócesis. Nos han dejado sus fotos, como podéis ver. Son el tipo de fotos que suelen hacer los jóvenes de hoy, centradas sobre todo en ellos. No son extraterrestres para nada.