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sábado, 17 de diciembre de 2011

4º Domingo de Adviento, ciclo B

18 de diciembre de 2011
Primera lectura: 2 S 7,-5.8b-12.14a.16. “El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor”.
Salmo Responsorial: 88. “Cantaré eternamente los misericordias del Señor”. 
Segunda lectura: Rm 16, 25-27.  “El misterio mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado”.
Evangelio: Lc 1, 26-38. “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”.
A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen, prometida de un hombre descendiente de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró donde ella estaba, y le dijo: «Alégrate, llena de gracia; el Señor está contigo». Ante estas palabras, María se turbó y se preguntaba qué significaría tal saludo. El ángel le dijo: «No tengas miedo, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Será grande y se le llamará Hijo del altísimo; el Señor le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al ángel: «¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño que nazca será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, tu parienta Isabel ha concebido también un hijo en su ancianidad, y la que se llamaba estéril está ya de seis meses, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel la dejó.

 

sábado, 26 de noviembre de 2011

Primer Domingo de adviento 2011

27 de noviembre de 2011


  • Primera lectura: Is 63, 16b-17; 64, 1. 3b-8. “Ojalá rasgases el cielo y bajases”.
  • Salmo Responsorial: 79 “Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve”.
  • Segunda lectura: 1 Cor 1, 3-9. “Aguardamos la manifestación de Jesucristo nuestro Señor”.
  • Evangelio: Mt 25, 31-46. “Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de casa”.


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos:
¡velad!

sábado, 19 de diciembre de 2009

La Luz de la Paz de Belén.

Como muchos de vosotros sabéis, estamos trabajando en el proyecto de reabrir el grupo Scout Jeyma en nuestro pueblo. Ya se han echado para adelante algunas personas y dicha reapertura parece que va por buen camino, en breve podemos estar funcionando con tres "ramas", niños desde 8 a 16 años. Esperamos que con las ganas e ilusión que ponemos y las que ponen los niños que formarán parte de este grupo todo salga bien. La primera actividad a realizar va a ser la entrega de la Luz de la Paz de Belén el domingo 20 en la misa de 12.




Luz de la Paz de Belén.

martes, 8 de diciembre de 2009

sábado, 5 de diciembre de 2009

Cielo o infierno, tu escoges


“Se dice que un guerrero samurái fue a ver al Maestro zen Hakuin y le preguntó:

–¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Dónde se hallan las puertas que me llevarán a ellos? ¿Dónde está la entrada?
Era un guerrero sencillo. Los guerreros siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes. Sólo conocen dos cosas: la vida y la muerte. Él no había ido allí a aprender ninguna doctrina, tan sólo quería saber dónde estaban las puertas para evitar el infierno y poder entrar en el cielo. Hakuin le respondió de la forma en que sólo un guerrero podía haberle entendido.
– ¿Quién eres? –preguntó Hakuin.
-Soy un guerrero samurái –respondió el guerrero–, incluso el emperador me respeta.
Hakuin se rió de él diciendo:
-¿Un samurái, tú? ¡Pero si pareces un pordiosero!
El samurai se sintió herido en su orgullo y olvidó lo que había ido a hacer. Con furia, se quitó la espada del cinto y se dispuso para matar al maestro Hakuin. Éste le dijo entonces:
–Esta es la puerta del infierno. Esta espada, esta ira, este ego, son las llaves que la abren.
El samurái entendió inmediatamente. Entonces colocó nuevamente su espada en la funda. Hakuin le dijo:
– Y así es cómo se abren las puertas del cielo.”

sábado, 28 de noviembre de 2009

Primer domingo de Adviento


1 lectura: Jeremías 33,14-16. Haré brotar para David un germen justo.

Este texto proviene de la época postexílica, cuando el pueblo, en medio de sufrimientos y desencantos, se preparaba a reconstruir la nación. Su autor es probablemente un discípulo del profeta Jeremías, que con fidelidad y originalidad se toma la responsabilidad de actualizar y encarnar en su tiempo las antiguas palabras de su maestro (cf. Jer 23,5-6) Está convencido que las promesas hechas por el Señor y anunciadas por Jeremías se cumplirán, no solamente para Israel sino también para Judá.
Anuncia la llegada de un tiempo en que el Señor hará surgir un descendiente de David, que practicará y promoverá la justicia en el país. La manifestación divina comenzará por Jerusalén. Antiguamente Jeremías había dado nombre al nuevo germen davídico: “El Señor es nuestra justicia” (Jer 23,6); ahora, en cambio, este mismo nombre no es exclusivo de un monarca humano, sino de toda la ciudad santa de Jerusalén (Jer 33,16).

2 lectura: 1 Tesalonicenses 3,12-4,2. Consolidad vuestros corazones con la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Hacia el final de su escrito, Pablo recuerda a los tesalonicenses la primacía y la gratuidad de la acción de Dios. Es Dios, en cuanto es amor, el que les hará crecer en el amor mutuo y hacia todos; es Dios, en cuanto es dinamismo de vida, quien los fortalecerá en sus corazones y los santificará, hasta hacerlos irreprochables el Día de la venida del Señor Jesucristo (1Tes 3,12-13). Por su parte, los tesalonicenses tienen que responder a la acción de Dios, viviendo con fidelidad y perseverancia, en conformidad con la palabra de Jesús, en forma tal de agradar en todo a Dios (1Tes 4,1-2).

3 lectura: Lucas 21,25-28.34-36. Verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria.

El texto tiene dos partes. En la primera se anuncia, con típico lenguaje apocalíptico la venida del Hijo del hombre, lleno de poder y de gloria (vv. 25-28); en la segunda, se exhorta a los cristianos a vigilar con perseverancia ante su inesperada venida.
En la primera parte (vv. 25-28) se describe el final de la historia con el estilo propio de la apocalíptica de la época: señales en los astros y angustia sobre la tierra. Para este género literario y para este pensamiento teológico, estas imágenes expresaban la relatividad e inestabilidad del mundo creado, el cual un día llegará a su final. Para el evangelio, sin embargo, lo decisivo no es tanto el fin de la historia, sino el hecho que ese fin coincide con la venida gloriosa del Señor.
Se habla de él con la expresión bíblica “Hijo del hombre”, que desde el libro de Daniel había ido tomando cada vez más una connotación mesiánica que despertaba grandes expectativas de salvación. Él aparecerá “sobre una nube”, es decir, manifestando su condición trascendente y gloriosa. Para Lucas este final no es sinónimo de catastrofismo, ni equivale a la destrucción del mundo, sino que coincide con el inicio de la verdadera liberación de todas las limitaciones de la condición humana.
De ahí que Lucas deduzca una exhortación a mantener el ánimo y la esperanza firmes. El verdadero sentido de la historia no está en el mal provocado por los hombres, ni en las ruinas de este mundo, ni en un futuro enigmático o lejano. El verdadero sentido está en Cristo, el Hijo del Hombre, que vendrá al final de la historia, pero que desde su muerte y resurrección ha sembrado ya en la tierra de los hombres un germen de vida y de plenitud.
La segunda parte es de tono más exhortativo (vv. 34-36). Jesús invita a vigilar, es decir, a vivir en continua actitud de receptividad amorosa y de respuesta activa al don de la salvación de Dios en Cristo. La plenitud de este don se realizará solamente al final, cuando regrese Cristo con poder y gloria. Por eso el evangelio invita a vivir con profundidad y coherencia evangélica el propio presente, porque aquel “día” llegará de improviso. No se trata de vivir obsesionados y aterrorizados ante el final del mundo, sino de vivir la vida cotidiana en fidelidad a Dios, previniendo aquel momento decisivo. Jesús menciona explícitamente la práctica de la oración incesante (v. 36), hecha en la historia y desde la historia, haciendo que se vuelva actitud de vida, abiertos al futuro absoluto del Dios amor que se ha revelado en la pascua de Cristo.
De Debarim.it

viernes, 27 de noviembre de 2009

Ahora que se acerca el adviento

Maestro: - Por mucho que te esfuerces no lograrás enmendar tu vida ni alcanzar la iluminación más que podrías hacer salir el sol por tus propias fuerzas.
Discípulo: — Entonces, ¿para qué me hacéis practicar tantos ejercicios de penitencia y devoción y estudio y contemplación?
Maestro: — Para que estés despierto cuando salga el sol.

Paradoja eterna del esfuerzo y la gracia. Paradoja bella y cierta, atrayente y desesperante, ayuda permanente y prueba irritante. Hay que hacer todo sabiendo que no sirve para nada. Nadie escala los cielos por sus propias fuerzas. Y no hay que dejarse nada, porque en cualquier momento puede llegar la plenitud de los tiempos, puede llamar el esposo, puede surgir la aurora, y hay que estar despiertos. para recibir el momento de gracia.

La gran virtud cristiana. ¡Vigilad! Estad despiertos. Tened los ojos abiertos. Vivid en contacto con todo lo que os rodea por fuera y os late por dentro. El culto del momento presente, la atención a cosas y . personas tal y como se nos manifiestan en cada instante, el contacto con la realidad de la vida en los sentimientos de nuestro interior y en los mensajes de nuestros sentidos. La vida total en todo momento con la conciencia abierta a todo lo que por dentro y por fuera nos sucede. Eso es contemplación, eso es presencia de Dios, eso es recogimiento, eso es adoración. El sol sale cuando quiere, y nosotros estamos dispuestos en cada momento a saludarlo con la inclinación profunda de nuestra bienvenida. Nace el nuevo día.
CARLOS G. VALLÉS S.J.