jueves, 25 de febrero de 2016

Celebración de la primera Penitencia

El pasado miércoles 24 de febrero, tuvimos una primera celebración penitencial con los niños que este año hacen su primera Comunión. Fue un acto lleno de simbolismo si bien no hicieron todavía su primera confesión. Fue un acto en el que tuvieron la ocasión de oír la parábola de la oveja perdida y reflexionar sobre el amor y la misericordia incondicional de Dios que a nadie da por perdido. Tras un exhaustivo examen de conciencia quemaron unos papelitos donde habían escrito el fruto de su reflexión y examen de conciencia. Al final recibieron una cruz que les recordará este día y el amor que Dios les tiene. Aquí algunas fotos del acto que tomó la hermana Mirta.







martes, 16 de febrero de 2016

Los dones del Espíritu Santo y los preadolescentes

Como viene siendo habitual, la catequesis de Confirmación es la más complicada de todas por varias razones. A la necesidad de una explicación más compleja y completa de los misterios de la fe cristiana y la Buena Noticia para niños y niñas que van a dejar la situación de catequesis para entrar en la adolescencia, se une la edad preadolescente en la que dicho grupo se encuentra y que permite ver como va a ser la mentada edad. Sus personalidades empiezan a cambiar y, en breve, se volverán "perfectos desconocidos" para sus padres y educadores, e incluso para sí mismos.
Aún así, no dejamos de sembrar esperando que con la ayuda de Dios, salgan personas cabales, sensatas y profundas de ese río revuelto de su entrada en la juventud. Nada fácil cuando los mensajes que la sociedad manda, por encima de las buenas intenciones del sistema educativo, tiende a desmontar todos los valores humanos y cristianos y a instalar en ellos un egoísmo sin compasión. Parece dura esta afirmación, pero incluso los padres han ayudado en esa infame tarea en algunas ocasiones, tal vez sin pretenderlo.
Bueno, larga introducción para presentar una explicación de los dones del Espíritu más o menos curiosa que puede ayudar a poner en relación dichos dones con situaciones vitales fáciles de entender.
Educadores y catequistas pueden aprovechar este enlace:
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domingo, 14 de febrero de 2016

Primer domingo de Cuaresma y un poco de ánimo...

Hoy, primer domingo de esta Cuaresma de 2016, hemos acompañado a Jesús al desierto. A ese espacio inmenso y terrible donde nos acompañan los monstruos que durante toda nuestra vida nos tientan a rendirnos, a ser como todos, dejarnos dominar por el tentador, por el señor de la mentira que hoy parece gobernar a tantos y en especial a los medios de comunicación que programan basura tras basura hasta volvernos insensibles y sentirnos derrotados.
En este desierto de la Cuaresma tenemos la oportunidad de ponernos a prueba, de fortalecernos, de encontrar el sentido a lo que hacemos, a lo que somos, a la llamada del Espíritu que acompañó a Jesús en su misión que hoy es la nuestra, "mutatis mutandis".
Esta mañana había un par de personas visitando la parroquia mientras preparábamos la misa de 12, con el inevitable jaleo de niños de comunión, catequistas, pantalla, proyector y toda la parafernalia que montamos cada domingo para hacer más accesible a los niños y niñas de catequesis el tesoro del Evangelio de Jesús. Antes de marcharse después de haber visitado el templo, la señora se dirige a mi y ¡me da las gracias! ¿Por qué? Por el trabajo que ve que estamos haciendo, todos esos niños y niñas, la hermana Mirta y las catequistas organizando y ensayando cantos, ruido infantil por todas partes y ambiente alegre. Nos felicitó y nos pidió que siguiéramos así, que era una bendición lo que había visto, le agradecimos el comentario y le aseguramos que intentaremos no desfallecer si Dios nos acompaña.
Sienta bien que alguien ajeno al trajín habitual vea, desde cierta distancia algo a lo que nos podemos haber acostumbrado, el ímprobo trabajo que se realiza en esta parroquia con niños y jóvenes, algo que es objeto de sana envidia para todo el que se acerca. Los frutos son cosa de los tiempos de Dios, pero el trabajo es nuestra tarea. No quiero con esto caer en la autocomplacencia, pero permitidme que respire e invite a respirar a todo el grupo de catequistas y monitores que llevamos esto adelante.
Y de paso quiero compartir un comentario parecido de finales de 2014 que tenía guardado y ahora he recordado. Un matrimonio creo que de Madrid, visitó nuestra parroquia un viernes en que yo estaba por allí liado con diferentes tareas de grupos juveniles que habían coincidido, les abrí la iglesia mientras llegaba la hora de salir de acampada con los pioneros, y se fueron muy satisfechos, al poco tiempo recibí la carta que sigue y que también sirvió de ánimo en la tarea:

martes, 9 de febrero de 2016

Miércoles de Ceniza


Miércoles de Ceniza
La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.
La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.
ORIGEN DE LA COSTUMBRE

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.
En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.
Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos del año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.
También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.
La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos.
Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA
El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

LA ORACIÓN:
La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior.
Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.
Para que nuestra Oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

EL SACRIFICIO:
Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar.
“Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará." (Mt 6,6).

CONCLUSIÓN:
Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.

Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.
En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.

Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.
El arrepentimiento: Debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Credo: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.
La confesión de nuestros pecados: El arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.
La penitencia: Que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.
Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.
Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.
Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

 Fuente: Oblatos

Programa El Espejo

El Espejo de la Iglesia en Huelva del viernes 5 de febrero de 2016.