sábado, 17 de noviembre de 2012

Liturgia del domingo XXXIII, ciclo B


Daniel 12,1-3

Hebreos 10,11-14.18

Marcos 13,24-32


            El cristiano vive en la historia con la esperanza del regreso del Señor, el cual coincide con la renovación radical de este mundo. Las lecturas bíblicas de hoy se refieren a ese final de plenitud y de vida hacia el que nos encaminamos. El Nuevo Testamento habla a menudo del final del mundo y del quehacer humano, pero no como destrucción, sino como encuentro con Jesús, Señor y Juez de la humanidad. Mientras esperamos la segunda venida del Señor, vivimos con alegre confianza y con serena vigilancia, acogiendo el reino de Dios en el hoy de cada día.

La primera lectura (Dan 12,1-3) está tomada del libro de Daniel, escrito en el siglo II en la época de la revolución macabea. En él, como en todo escrito apocalíptico, se concibe la historia humana como una lucha continua entre dos fuerzas antagónicas: el bien y el mal, la luz y las tinieblas, Dios y las fuerzas que obstaculizan su proyecto. En el texto de hoy se habla desde la perspectiva del final escatológico, en donde como conclusión de la historia se asegura el triunfo del bien y de las fuerzas divinas.  Los elegidos de Dios, a pesar de las dificultades y sufrimientos que acompañarán la crisis escatológica, alcanzarán la salvación (v. 1). El mundo divino, representado por Miguel, “el gran príncipe” (v. 1) protector de Israel, hace irrupción en la historia para realizar el plan de Dios. El v. 2 introduce el tema de la resurrección de los muertos: “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán” (v. 2a). Se trata probablemente de uno de los textos bíblicos más antiguo en que se afirma la vida después de la muerte (cf. Is 26,19). Estos que “despertarán” son en primer lugar los mártires, que han preferido la muerte con tal de no ser infieles a Dios; aunque también se despertarán otros “para la vergüenza, para el castigo eterno” (v. 2b). Se trata de los enemigos, de aquellos que se han opuesto al plan divino, los cuales serán condenados. En cambio “los sabios”, los que han sabido elegir el bien y la voluntad divina, poniéndola en práctica y enseñándola a otros hasta dar la vida, “brillarán como el esplendor en el firmamento... como estrellas por toda la eternidad” (v. 3).

La segunda lectura (Heb 10,11-14.18) retoma una vez más la reflexión en torno a Jesucristo como Sumo Sacerdote. El autor de la carta compara el antiguo sacerdocio judío, que se ejercitaba en el Templo de Jerusalén, con el de Cristo, que se realiza en el cielo. Se habla de la superación por parte de Cristo del sistema de los sacrificios de la antigua alianza, basándose en el contraste entre impotencia y fuerza, pecado y perdón, pena y salvación eterna.

El evangelio (Marcos, 13-24-32) pertenece al llamado discurso escatológico de Jesús en el evangelio de Marcos. El texto que se proclama hoy constituye su parte central. Es un texto difícil y oscuro en muchas de sus afirmaciones. Sin embargo es claro que el tema fundamental no es el fin del mundo, sino la venida del Hijo del Hombre. El texto es fuertemente cristológico. No obstante la oscuridad de algunos versículos, también es claro que la intención principal de todo el discurso es tranquilizar a la comunidad cristiana, turbada y temerosa.
Las imágenes que se utilizan son típicas de la literatura apocalíptica: la figura del Hijo del Hombre, tomada del libro de Daniel; la descripción de grandes cataclismos, que indican una pronta y decisiva intervención de Dios; la imagen de los ángeles; los símbolos cósmicos (tierra, cielo, los cuatro vientos); etc. En los escritos apocalípticos era fundamental el uso de los símbolos. Por una parte era algo que se imponía al hablar de realidades que escapaban al control del hombre; por otra, con los símbolos se creaba una atmósfera misteriosa y enigmática que intentaba impactar al lector.
Es importante tener en cuenta que en un texto apocalíptico, como en el caso de Marcos 13, el lenguaje metafórico no se refiere a acontecimientos histórico-cósmicos. El oscurecimiento del sol, la caída de las estrellas, el desvanecimiento de la bóveda celeste, etc., son imágenes que intentan revelar una verdad más profunda. En los libros apocalípticos los cataclismos cósmicos son símbolo de la intervención de Dios en la historia, sobre todo en relación con el juicio divino sobre la humanidad. En esta óptica hay que interpretar la venida del Hijo del Hombre, que viene “entre nubes con gran poder y gloria” (v. 26) para un juicio de salvación en favor de todos los que lo han aceptado y han vivido según el proyecto de Dios. Cuando Marcos dice que el Hijo del Hombre escogerá a “sus elegidos” esparcidos por todo el orbe de la tierra (v. 27), obviamente está pensando en la comunidad cristiana.
Pero mientras vuelve el Señor, ¿cómo deben comportarse los cristianos? Deben vivir en actitud de vigilancia y de discernimiento.  La parábola de la higuera (vv. 28-29) es precisamente una invitación a velar y a discernir los signos de los tiempos. Cuando las ramas de la higuera se ponen tiernas y brotan sus hojas se puede decir que “se acerca el verano” (v. 28). El término de comparación es justamente “estar cerca”. Contra los falsos profetas y la gente alarmista que quisieran y anuncian como inminente el fin del mundo, Jesús afirma que “estas cosas”, es decir, las diversas intervenciones de Dios en la historia representadas de los símbolos cósmicos, anuncian sólo la cercanía del final. Un final que será siempre cercano a cada generación, es decir, a la generación del lector de todo tiempo y lugar. Con razón dice Jesús, “no pasará esta generación sin que todo esto suceda”.
Al final Jesús hace una afirmación importante: “El cielo y la tierra pasarán” (v. 30). Es decir, la historia y todo el camino de la humanidad tendrá un final. El actuar histórico del hombre no tiene carácter de eternidad. El mundo que el hombre construye con tanto afán no tiene un desarrollo indefinido, sino que llegará a su fin. Y un fin que no es simplemente natural. Es un límite y un final impuesto, querido por Dios, y que coincide con el regreso del Señor y la revelación definitiva del Reino que ya ha comenzado a obrar en medio de nosotros.
El cristiano sabe, sin embargo, que ese final es un final gozoso. El llamado “fin del mundo” no es una destrucción absoluta y despótica de parte de Dios. La Biblia no habla de una catástrofe que pulverizará el cosmos, la humanidad y todas las conquistas del hombre. Es más bien la realización de una esperanza. Lo importante es orientar bien el “hacer” de cada día y la marcha de la historia. Si el “hacer” ha sido bueno la alegría final será infinita, cuando veamos al mismo Hijo del Hombre que ahora amamos y buscamos con humildad en medio de la oscuridad de la fe. Entonces nuestro “hacer” será elevado a una plenitud sin límites. Jesús ha hablado de su segunda venida, y “sus palabras no pasarán” (v. 31).
Hay un último aspecto importante que aparece en nuestro texto. Es con relación al momento en que ocurrirá este final. Jesús es claro: “En cuanto al día aquel y a la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre” (v. 32). La palabra definitiva sobre la historia será dicha por Dios solamente. El fin del mundo no es en ninguna manera predecible. Nadie puede saberlo, sólo Dios que es Señor y Creador de todo. Los alarmismos y los miedos que algunas personas esparcen con relación al fin del mundo no tienen ningún fundamento bíblico. Primero, porque nadie lo puede saber. Jesús mismo deja en las manos del Padre el misterio del final. Y segundo, porque el fin del mundo no puede ser causa de terror para los que creen en Jesús. El nuevo mundo no será construido sobre las cenizas de éste, sino a través de una acción divina que transformará todo llevándolo a una infinita plenitud.
Jesús dice explícitamente que a él no le interesa conocer “el día y la hora” de este “final” de la creación. El presente de cada día es, en cambio, la semilla de donde tendrá que nacer el árbol maravilloso del Reino. Comprometernos a construir un mundo más humano, más justo, más fraterno y pacífico, significa comenzar ya a construir aquel futuro que está por llegar. El hecho de conocer la meta es una fuente inagotable de esperanza y de sentido para toda la humanidad.

Toma de debarim

miércoles, 3 de octubre de 2012

Comienzo de la catequesis parroquial

Hoy hemos tenido la primera reunión con los padres de primera comunión de este año y hemos visto este montaje que ya pusimos hace dos años y que creo que sigue siendo de rabiosa actualidad.


viernes, 28 de septiembre de 2012

El verano ya pasó, volvemos a las actividades

Para quienes quieran ver las fotos del pasado campamento de verano del grupo scout "Jeyma", los enlaces están el blog del grupo y las fotos en el albúm de google+ de la parroquia.

El blog: http://grupojeyma20.blogspot.com.es/
La página de Google+ es esta: http://gplus.to/parroquiatrigueros

viernes, 21 de septiembre de 2012

Calendario del curso pastoral 2012-2013

Este es el calendario de actividades para el curso pastoral que empezamos, no está todavía todo lo que hay, en pocos días estarán todas las actividades para que podamos consultarlas y añadirlas a nuestras agendas personales. Si alguien es usuario de el Calendario de Google, puedo enviarle comprimido todo e importarlo para que pase a su agenda.

viernes, 22 de junio de 2012

Las finanzas de la Iglesia, el reportaje.

Un programa especial sobre la Iglesia y sus finanzas. Información frente a desinformación y propaganda anti-iglesia.
El programa, este es el enlace (me gustaría ponerlo aquí, pero no me deja).

jueves, 31 de mayo de 2012

El IBI y la realidad frente a las insidias...

10 preguntas con respuestas sobre la financiación y fiscalidad de la Iglesia

1.-¿El Estado financia a la Iglesia?

Para su sostenimiento, la Iglesia no recibe nada de los Presupuestos Generales del Estado. Los contribuyentes eligen libre y voluntariamente, cada año, poner la X en la Declaración de la Renta. Esto supone, aproximadamente, un 25%  del total de la financiación de la Iglesia.

El artículo 16 de la Constitución Española de 1978 establece que los poderes públicos “mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones”. Por otra parte, el Acuerdo sobre Asuntos Económicos entre la Santa Sede y el Estado Español, de enero de 1979, establece que “el Estado se compromete a colaborar con la Iglesia Católica en la consecución de su adecuado sostenimiento económico, con respeto absoluto del principio de libertad religiosa” (art II.1). Cooperación y colaboración no es financiación directa, ni subvención.

2.-¿La Iglesia ahorra dinero al Estado?

Es muy difícil conocer con exactitud la cantidad que la Iglesia le ahorra al Estado. Solo en el campo educativo, donde este cálculo es mucho más sencillo, podemos afirmar que, según datos del propio Ministerio de Educación, una plaza en un centro público tiene un coste anual de 3.518 euros. En un centro concertado, esa misma plaza cuesta al erario pública únicamente 1.841 euros. Únicamente por este concepto, y tomando como base los datos de gasto público del Ministerio de Educación en 2009, la Iglesia ahorra al Estado 4.399 millones de euros.

3.-¿El Patrimonio de la Iglesia es un tesoro económicamente rentable?

La Iglesia es depositaria de un importante patrimonio cultural que a lo largo de los siglos han sido creados o recibidos por distintas instituciones de la Iglesia. Este patrimonio no se plantea como una riqueza en sí misma, ni supone un tesoro económico o fuente de negocio. Se ha planteado siempre como servicio a los demás, es un tesoro cultural para todos, pero en ningún caso un tesoro económicamente rentable. Más bien todo lo contrario.

4.-¿La Iglesia solo aporta un 2% del presupuesto de Cáritas?

Se confunde aquí la aportación de la Iglesia con la donación de la Conferencia Episcopal Española. En realidad, cuando se habla de ese 2% se trata de un donativo que se viene realizando desde la CEE en los últimos cuatro años. La cantidad se ha ido incrementando anualmente hasta situarse en el 2,17% actual. En 2011, se han donado 5 millones de euros. Y en estos cuatro años, se ha entregado un total de 13,8 millones de euros.

Además, cuando se habla de esa “escasa” aportación del 2% se toma como base el presupuesto presentado por Cáritas Española y no se hace referencia alguna a las Cáritas diocesanas, una verdadera red que llega a todos por medio de las Cáritas parroquiales.

El 65% de los fondos de Cáritas proceden de donaciones privadas. La gran mayoría de esos fondos provienen de instituciones y de personas de la misma Iglesia.

5.-¿Cáritas no es la Iglesia?

Cáritas no solo pertenece a la Iglesia sino que es la misma Iglesia, en su estructura más fundamental que es la parroquia. Los miles de voluntarios de la Iglesia, que realizan actividades sociales, no nacen por generación espontánea. Son miembros de la Iglesia que han recibido el anuncio de la Buena Noticia y viven y alimentan su fe en la comunidad eclesial. Esa experiencia es la que da razón de ser a toda su actividad.

6.-¿La Iglesia no paga el IBI?

Es falso. La Iglesia paga el IBI de todos los inmuebles que no estén exentos por ley.

7.-¿La Iglesia es la única que, en algunos casos, está exenta del pago del IBI?

También es falso. Tampoco lo pagan, entre otras, las Fundaciones, las Asociaciones de utilidad pública, las federaciones deportivas, los partidos políticos, los sindicatos, las iglesias evangélicas, las comunidades hebreas y musulmanes. En Madrid, por ejemplo, no pagan el IBI: el museo del Prado, la SGAE, el Hotel Ritz, el Palacio de Liria, etc.

Está regulado en la llamada Ley de mecenazgo (ley 49/2002)

Se trata de una medida de incentivo fiscal con la que el Estado reconoce las actividades de interés general que realizan muchas instituciones. Es lógico que el Estado promueva e incentive –también fiscalmente- a quienes trabajan a favor del bien común.

8.-¿La Iglesia no paga tasas municipales?

Sí las paga (basuras, vados de garajes, etc.). No hay ninguna exención prevista en la Ley sobre el pago de estas tasas.

9.-La Ley le da la razón a la Iglesia, pero en este momento tan duro de crisis, ¿no podría hacer un gesto ante la sociedad y renunciar voluntariamente a la exención del IBI?

La Iglesia hace gestos reales y diarios en favor de los que más lo necesitan. Muchos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos han hecho signos visibles, reduciéndose el suelo, y otros muchos lo han hecho y no lo han dicho.

10.-¿Y si hubiera un cambio en la legislación fiscal?

La Iglesia estará siempre a lo que dicte la Ley. Si hubiera un cambio en la legislación fiscal, estaría a lo que dictara la norma, siempre con el límite de los beneficios previstos en los Acuerdos, que tendrán rango superior. La Iglesia va a seguir cumpliendo su misión con los medios de que disponga. Lógicamente, si se dispusiera de menos recursos, las actividades podrían verse mermadas, pero con más o con menos medios, la Iglesia va a seguir haciendo mucho por tantos que todavía necesitan tanto.



Isidro Catela Marcos

Director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española

martes, 15 de mayo de 2012

Desiertos

Cuando el simún , el viento del desierto, azota las caravanas, los viajeros se arrojan al suelo y los camellos se tumban, así ofrecen menos resistencia al viento que amenaza con arrastrarlos. El suelo es lo más sólido en medio del desierto.
En el desierto de hoy, es Cristo nuestro suelo, es Cristo la roca que impide que vendaval de egoísmo rampante, del pensamiento hueco, del vivir de apariencias y para tener, de la mentira mil veces repetida... nos arrastre.
La mesa de la comunión ilumina por un momento nuestros rostros, nos reconocemos porque miramos en la misma dirección, al mismo anfitrión, la misma mesa, las mismas viandas. A veces no te gusta el que tienes al lado, pero ni tú lo has elegido a él, ni él te eligió a ti. Ambos habéis sido llamados por el mismo y eso es lo que importa.

sábado, 17 de marzo de 2012

Día del Seminario y un vídeo...

Este fin de semana se celebra el "Día del Seminario" en la Iglesia de España. Un día en que además de tomar conciencia de la vocación sacerdotal, la vocación al presbiterio, al servicio que hay en la Iglesia, recordamos la necesidad de colaborar con la oración y la ayuda a la institución que forma a quienes se sienten llamados y escogen responder. Es curioso que de todo lo que el vídeo promocional dice los medios se hayan fijado sólo en lo anecdótico y lo resalten de la forma más burda. Dice más de la estulticia de los medios incapaces de mirar más allá que de lo que el vídeo intenta transmitir. Vivimos tiempos difíciles y ya sabemos que necio no descansa. Recemos por el seminario y los seminaristas, recemos por las vocaciones sacerdotales y, cómo no, las religiosas. Demos gracias a Dios por aquellos que pone en nuestra vida y nos ayudan a seguir en el camino, a mirar más allá del dedo de quién nos señala el horizonte que el Padre nos tiene reservado en su amor incontestable.


 

martes, 21 de febrero de 2012

Carta de Cuaresma 2012

“Creo, Señor; aumenta mi fe”
CARTA DE CUARESMA 2012
Queridos hermanos y hermanas:
1. Al iniciarse el tiempo de Cuaresma, me dirijo a vosotros invitándoos a entrar en este tiempo de conversión con una súplica: “Creo, Señor; aumenta mi fe”. Esta breve y sentida oración la pronunció un padre que pedía la curación de su hijo. Los apóstoles habían intentado, sin éxito, liberar al muchacho de un mal espíritu. Cuando llegó Jesús, el padre, con humildad y confianza, desde su dolor, le rogó al Señor que tuviera compasión y le ayudara. Jesús le dijo: “todo es posible al que tiene fe” . Entonces el hombre gritó: “Creo, pero ayuda mi falta de fe” (Mc 9, 24). Esta breve oración contiene dos aspectos importantes: el reconocimiento humilde de una fe débil y la confianza de que el Señor, con su ayuda, la puede aumentar y fortalecer.
2. El Papa Benedicto XVI nos ha convocado a un Año de la fe, que comenzará el próximo mes de octubre con motivo del cincuentenario del Concilio Vaticano II. Por esta razón, acogiendo la iniciativa del Papa, os propongo vivir esta Cuaresma como una etapa intensa de oración para que el Señor aumente nuestra fe y nos haga testigos de ella en medio de nuestro mundo. La fe es el fundamento de la vida cristiana. Si la fe se debilita, todo se resiente. Podríamos decir que la falta de fe “impide” la acción de Dios en nosotros y en nuestro mundo. Siempre me ha impresionado leer en el Evangelio que Jesús, en Nazaret, donde se había criado, no pudo hacer milagros porque no encontró fe allí (cfr. Mc 6, 56).
3. Durante este tiempo de Cuaresma debemos preguntarnos: ¿de dónde viene nuestra debilidad como cristianos? ¿de dónde la carencia de impulso evangelizador? ¿no será de la falta de fe? Jesús reprochaba con frecuencia a los mismos apóstoles: “No seáis hombres de poca fe”. Vivamos, pues, este tiempo de conversión, que nos prepara para celebrar la Pascua del Señor, como un itinerario que nos permita renovar la fe bautismal en la noche santa de la Resurrección. Pidamos al Señor que nos conceda una fe auténticamente cristiana. En este momento cultural que vivimos, tenemos el peligro de pensar que la fe es algo subjetivo: “todo el mundo cree en algo”, “yo creo a mi manera”... Estas expresiones indican una gran difuminación de la fe. Es más, como dice el Papa, “es como una llama que se va apagando”.
4. La fe cristiana es creer en Alguien, en una Persona, en Jesucristo, el Hijo único de Dios que ha entrado en nuestra historia para mostrarnos el amor del Padre y para abrirnos un horizonte nuevo. Como nos recuerda el Papa Benedicto: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida...” (Deus Caritas Est nº 1) ¿Creemos o no creemos en Él? ¿Lo aceptamos o no? La fe cristiana es respuesta amorosa y confiada a Dios, que ha venido a nuestro encuentro y se nos ha manifestado. La fe cristiana no es el resultado de nuestras investigaciones intelectuales, sino acogida del Dios que viene a nosotros. Por esta razón, cultivar la fe exige escuchar la Palabra de Dios, adherirse a Jesucristo, profesar la fe en comunión con la Iglesia, que es su depositaria, y tratar de vivirla en el servicio y amor a los hermanos, tal como nos enseñó el Señor.
5. La fe se fortalece dándola, así nos lo recordó el Beato Juan Pablo II, y el Papa Benedicto nos dice: “La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y de gozo”. En este momento de nueva evangelización es necesario “redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe.” (Porta Fidei nº 7). La fe se aviva con el testimonio de la caridad. “La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente...” (Porta fidei nº 14). Durante el tiempo de Cuaresma, continuaremos estimulándonos unos a otros para hacer el bien y servir a nuestros hermanos más necesitados. El gesto de Cuaresma que venimos realizando en favor de una “casa” para los pobres, será un cauce para expresar nuestra fe, que madura en el amor y un signo de nuestra unidad diocesana. “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras” (Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2012).
6. Con este mensaje deseo subrayar también un aspecto de nuestro Plan Diocesano de Evangelización, centrado en la renovación de nuestras parroquias. Tengamos en cuenta que una parroquia es una “comunidad de fe”: se trata de una comunidad de fieles, esto es, una comunidad cristiana, para lo cual es indispensable la fe en Jesucristo; no hay parroquia si no hay adhesión a Jesucristo; y, además, la parroquia tiene como tarea evangelizadora el transmitir y educar la fe de sus miembros, porque ella es el “ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe”. (Directorio General para la Catequesis, 1997, nº 257). Queridos hermanos y hermanas, termino este sencillo mensaje recordando la página del Evangelio con la que he comenzado. Los apóstoles preguntaron a Jesús por qué ellos no habían podido expulsar el mal espíritu de aquel muchacho. El Señor les respondió: “Esta especie sólo puede salir con oración y ayuno” (Mc 9, 29). Que estas prácticas cuaresmales nos ayuden a vencer en nosotros las fuerzas del mal y el Señor nos conceda vivir firmes en la fe. Que Santa María, la dichosa por haber creído, interceda por nosotros.
Con mi afecto y bendición.

José Vilaplana Blasco Obispo de Huelva
Huelva, 22 de febrero de 2012.
Miércoles de Ceniza.

viernes, 6 de enero de 2012

Fiesta de la Epifanía del Señor

Al celebrar la Fiesta de la Epifanía, tenemos la oportunidad de descubrir cómo ser mejores hombres hoy. Por eso seguimos la estrella. Esta fiesta tiene dos nombres: Epifanía o Manifestación del Señor. También se conoce como la fiesta de los Reyes Magos, a los que el Señor se manifestó. No importa ahora el fenómeno de la estrella. Tampoco la personalidad de los Magos, sino su actitud. El hecho lo cuenta San Mateo. Llegaron unos Magos a Jerusalén, preguntando por el nacido rey de los judíos, pues habían visto su estrella en Oriente y venían a adorarlo. Porque son diversas las actitudes de los hombres ante la llamada de Dios. "Cuando un dedo señala una estrella, todos los tontos sólo miran al dedo". Quizá la estrella fue visible en toda la región. Pero muchos no levantaron la visita y no la vieron. Quizá muchos vieron la estrella, pero no la siguieron. Quizá algunos la vieron y la siguieron, pero les faltó constancia y desistieron. Los Magos, en cambio, vieron la estrella, se pusieron en marcha, se enfrentaron al simún del desierto, y llegaron hasta el final. "No se pusieron en camino, dice San Juan Crisóstomo, porque hubieran visto la estrella, sino que vieron la estrella porque se habían puesto en camino, como premio a su generosa actitud". La estrella se les ocultó por algún tiempo. Es la noche oscura del alma. Pero ellos no cejaron en su empeño y la estrella les condujo hasta Belén. El premio fue maravilloso: se encontraron con Dios. "Entraron en la casa y vieron al Niño con María su madre, y postrándose, lo adoraron, y abriendo sus tesoros le ofrecieron oro, incienso y mirra". Fue una dura prueba. Pero el Señor les iluminó. Entraron y adoraron. Creyeron y abrieron los tesoros de su generosidad: oro como a rey, incienso como a Dios, mirra como a hombre. Le entregaron todo. Este fue su mérito, "que Dios no mira tanto lo que le damos, cuanto lo que nos reservamos para nosotros", dice San Ambrosio. Creyeron que aquel pobre infante era el Mesías, descubrieron en aquel niño desvalido al Dios Salvador. Superaron las pobres apariencias, algo que pocos saben hacer. "Siempre los buscadores de Dios se equivocan, no porque se lo imaginen menor de lo que es, sino porque se lo imaginan más inflado. Dios es grande, no inflado" (Martin Descalzo). Los hombres no recibieron a Cristo, porque "esperaban un soldado y vino un bebé" (Bernanos). Pero "sólo el humilde es el verdadero", dice Jorge Guillén. Según la tradición más frecuente, fueron tres los Reyes Magos, y se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar. Herodes les había rogado con mala intención que volvieran a él, pero "volvieron a su tierra por otro camino". Fulton Sheen aclara: "Nadie que alguna vez se encuentre con Cristo con buena voluntad, volverá por el mismo camino por el que llegó". La lección de los Magos es válida siempre. Nos enseñan alteza de miras para ver la estrella, intrepidez para seguirla y constancia para llegar hasta el fin. "¿Por qué hay hombres, escribe Karl Rhaner, parecidos a los escribas de Jerusalén que conociendo el camino no lo emprenden? ¡Deja todos esos calculadores y sigue la estrella que brilla en tu corazón!"