jueves, 20 de enero de 2011

Domingo tercero del tiempo ordinario. Ciclo A.

  • Primera lectura: Is 8, 23b-9, 3. “En la Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande”.
  • Salmo 26: “El Señor es mi luz y mi salvación”.
  • Segunda lectura: 1Co 1, 10-13. 17. “Poneos de acuerdo y no andéis divididos”.
  • Evangelio: Mt 4, 12-23. “Se estableció en Cafarnaún. Así se cumplió lo que había dicho Isaías”.

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías:
«País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló».
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

QUIERO ESCUCHAR A JESÚS
Quiero escuchar a Jesús, como los primeros
discípulos: “venid conmigo y os haré
pescadores de hombres”.
Quiero escuchar a Jesús, como la muchedumbre:
“bienaventurados los pobres...”.
Quiero escuchar a Jesús, como los doce:
“vosotros sois la sal de la tierra
y la luz del mundo”.
Quiero escuchar a Jesús, como el tentador:
“no solo de pan vive el hombre”.
Quiero escuchar a Jesús, como los apostoles:
“cuando oreis decid. Padre nuestro...”.
Quiero escuchar a Jesús, como
el sordomudo: “ábrete”.
Quiero escuchar a Jesús, como el
paralítico: “Tus pecados te son perdonados.
Levántate y anda”.
Quiero escuchar a Jesús, como Pedro:
“Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”
Quiero escuchar a Jesús, como los enviados
a la misión: “el Espíritu de vuestro
Padre hablará por vosotros”.
Quiero escuchar a Jesús, como la gente:
“venid a mí todos los que estáis cansados,
que yo os aliviaré”.

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