viernes, 29 de enero de 2010

Anónimos

Tengo que reconocer que no me sorprende demasiado. La verdad es que el poco conocimiento de la condición humana que he podido acumular en el tiempo que llevo de ejercicio pastoral me permite acoger estas cosas sin demasiada sorpresa.

No quiere decir esto que no me importe o que me de igual. No me da igual, me produce una inmensa tristeza que haya gente capaz de malinterpretar de una manera tan desafortunada y capciosa lo escuchado.

Es muy triste que pongamos las tradiciones por delante de las personas, que estemos dispuestos a hacer daño a alguien por defender una costumbre que en su origen pretendía ayudar a la gente más desfavorecida y más débil. Lo curioso es que yo no he atacado ni pretendido atacar la costumbre, si acaso mi intención, y creo que dejé el tema lo bastante abierto, es actualizarla. Es decir, renovarla para que siga teniendo sentido hoy y no se convierta en una tradición vacía y sin sentido. No he dicho más que eso. Por ejemplo, se me ocurre ahora, ¿y si al preparar una tirada también se dedicara una parte a una buena causa elegida por la familia o colectivo que tira? Para que quede más claro, las instituciones públicas están haciendo un esfuerzo por dedicar un 0.7% de sus presupuestos a la ayuda al tercer mundo, pues, ¿podemos dedicar un porcentaje de lo que cuesta la tirada, el porcentaje que crea oportuno el que tira, a una causa previamente seleccionada? Así recuperariamos la tradición de ayuda al necesitado y honrariamos la memoria de San Antonio Abad, ¿cuánto? Lo que tu generosidad te de a entender y tu conciencia te pida.

¿Es tan complicado? ¿Acabaría eso con la tradición o la perjudicaría seriamente? ¿Hay que apedrear a quién se atreva a decir eso? ¿Es necesario hacer comentarios xenófobos para descalificarle?

Por otra parte, ¿no será tarea del párroco hacer este tipo de reflexiones? ¿Deberíamos dejar que fuera el alcalde o la comisión del santo quienes se preocupen por conectar lo que se hace con la vida y el pensamiento de San Antonio Abad? ¿Qué pensará el Santo de todo esto?

Ya van demasiadas preguntas, vamos a darnos un tiempo para responderlas.

Por cierto, todo esto va a cuento de comentarios malintencionados sobre lo que dije el día del santo, el año pasado me criticaron por hablar poco, éste por hablar demasiado.

Aquí les dejo enlaces a un anónimo encontrado bajo mi puerta y que parece recoger el sentir de esos "comentaristas". Como pueden ver hay gente que prefiere criticar con saña pero no te dará la oportunidad de explicarle nada. Cómo dije al principio, no es que la cobardía y la mala leche me impresionen a estas alturas, pero me dan mucha pena.


Hoja 1.


Hoja 2.


y hoja 3.

6 comentarios:

  1. Pues si te atacan por una cosa así, es que lo debes estar haciendo bien. No conozco mucho a San Antonio, pero siempre pensé que su vida en el desierto fue denuncia y testimonio.

    Si está mal se tiene que corregir. Si está bien, se tiene que mejorar. Así de sencillo.

    Ánimo.

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  2. Gracias por tus comentarios y por tu ánimo. Pienso igual de S. Antonio Abad...

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  3. Caballero, aunque estemos en las antípodas en cuestiones de espiritualidad, desde el respeto a la libertad de expresión, déjeme decirle que el hecho de que le envíen cartas anónimas devirtua por completo cualquier opinión que éstas contengan, si alguien tiene algo que decir, con más o menos razón, ahí no entro, o se hace a cara descubierta o no se hace. Es muy facil tirar la piedra y esconder la mano, pero lo fácil no siempre es disculpable.
    Un saludo solidario

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  4. Gracias Manuel por tu comentario. Ciertamente el anonimato descalifica la opinión. Si es tan importante, lo menos que se puede esperar es que la persona se atreva a decirme en qué no está de acuerdo con mi opinión y a esperar que yo dé alguna explicación al respecto si es que la hay, que la había.
    Pero así somos, desgraciadamente.
    Un saludo.

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  5. Ánimo, Rafael.
    En ningún momento hiciste ninguna reflexión desacertada, simplemente manifestaste el sentir de tantos y tantos triguereños que consideramos que, las tiradas, se han convertido en un gesto vacío de contenido y que han perdido su verdadera identidad de solidaria.
    Te aseguro que, los que creemos, sabemos muy bien de lo que hablas y que, por supuesto, San Antonio Abad estaría muy de acuerdo con tu reflexión.
    ¡Ay de vosotros cuando os insulten, os calumnien, os persigan de cualquier modo por mi causa...! Pues así es.
    Te critican ser un forastero para meterte en las costumbres. ¿Qué costumbres? Desgraciadamente somos los propios triguereños quienes no respetamos nuestras propias costumbres.
    Cuando te acusa de que la Iglesia acumula tesoros en el Vaticano y no los vende es porque volvemos a lo mismo: es muy fácil decir que el Vaticano venda, pero lo de mi pueblo que no lo toque nadie. Si tanto interés tenemos en vender lo ajeno para los pobres, ¿por qué no empezamos por vender lo que tenemos más cercano? Por ejemplo: el paso de San Antonio Abad, sus lujosas capas, tantas ánforas de plata, repartimos el cepillo que cada año recauda, vendemos las cosas de nuestra pratrona, de nuestras imágenes de Trigueros,...
    Pero claro, eso no interesa, porque de ser así, ¿de qué nos sentiremos orgullosos los triguereños al mostrar nuestro pueblo a los de fuera?
    Lo dicho, es muy fácil vender lo ajeno pero que nadie toque lo nuestro.
    Ánimo, Rafael. Yo, triguereño como el que más, te felicito por lo acertado de tu predicación. Al que le haya escocido, que se plantée dónde tiene la herida.
    Un enorme saludo, Manolo García.

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  6. Gracias, Manolo, por tus comentarios.
    Yo no soy amigo de hacer cosas a escondidas y por ello creí mi deber dar a conocer el anónimo de marras. Lo dice el Evangelio, nada hay oculto que no llegue a saberse. Y si esto sirve para provocar una reflexión que nos lleve a mejorar algo, habrá servido para algo bueno.
    En fin, tampoco conviene darle demasiada importancia.
    Gracias de nuevo y un saludo.

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