Reproduzco un artículo que publiqué en mi blog personal en octubre de 2006, releído hoy, no ha perdido ni un ápice de actualidad, es más, parece que estamos peor:
Hoy he escuchado una de esas noticias que te revuelven las entrañas (entre otras tantas). Un documental danés que demuestra que, en Barcelona, hay una clínica donde se practican abortos de embarazos de hasta siete meses.
Inmediatamente he pensado en unos cuantos sietemesinos que conozco y me ha dado un escalofrío. ¿Qué inasible justificación pueden interponer entre sus exiguas conciencias y el frío asesinato? "Se les inyecta digoxina y así se les induce una parada cardiaca", muerto el feto, sólo será basura hospitalaria. No encuentro las palabras para expresar el horror que sugiere la imagen de miles de niños exterminados antes de nacer porque "atentan contra la salud mental de su madre". La frialdad con que un profesional de la medicina, que ha jurado "no hacer daño" puede provocar la muerte del más indefenso. La absoluta indiferencia con la que esta sociedad tan exquisita (no a la guerra, ¿recuerdan?) consiente tales prácticas como un método para librarse de alguien que les resulta incómodo, inoportuno, molesto (no entro en el conflicto de valores que se produce en caso de violación o peligro real para la madre, éste no es el caso).
Cuándo alguien se pone estupendo y comienza a defender lo nuevo, lo progre y lo moderno del aborto, no dejo de recordarle que es más viejo que el mundo, que ya lo practicaban los romanos y que se consideró un acto de barbarie incivilizada. La "Didajé" de los Doce Apóstoles ya lo recogía en el s. I d.C. "No matarás al niño en el vientre de su madre". Pero vamos de nuevo a las cavernas, repudiada la moralidad y entronizado cualquier vicio como virtud (hoy los jóvenes quieren ser "malos", es más divertido, les dicen), está la cuenta atrás en marcha.
Mientras, en silencio, los corderos siguen muriendo y son recibidos en la tierna entraña del Cordero Unigénito. Que Él nos perdone a todos.
Inmediatamente he pensado en unos cuantos sietemesinos que conozco y me ha dado un escalofrío. ¿Qué inasible justificación pueden interponer entre sus exiguas conciencias y el frío asesinato? "Se les inyecta digoxina y así se les induce una parada cardiaca", muerto el feto, sólo será basura hospitalaria. No encuentro las palabras para expresar el horror que sugiere la imagen de miles de niños exterminados antes de nacer porque "atentan contra la salud mental de su madre". La frialdad con que un profesional de la medicina, que ha jurado "no hacer daño" puede provocar la muerte del más indefenso. La absoluta indiferencia con la que esta sociedad tan exquisita (no a la guerra, ¿recuerdan?) consiente tales prácticas como un método para librarse de alguien que les resulta incómodo, inoportuno, molesto (no entro en el conflicto de valores que se produce en caso de violación o peligro real para la madre, éste no es el caso).
Cuándo alguien se pone estupendo y comienza a defender lo nuevo, lo progre y lo moderno del aborto, no dejo de recordarle que es más viejo que el mundo, que ya lo practicaban los romanos y que se consideró un acto de barbarie incivilizada. La "Didajé" de los Doce Apóstoles ya lo recogía en el s. I d.C. "No matarás al niño en el vientre de su madre". Pero vamos de nuevo a las cavernas, repudiada la moralidad y entronizado cualquier vicio como virtud (hoy los jóvenes quieren ser "malos", es más divertido, les dicen), está la cuenta atrás en marcha.
Mientras, en silencio, los corderos siguen muriendo y son recibidos en la tierna entraña del Cordero Unigénito. Que Él nos perdone a todos.