Quería compartir con ustedes (dirán que tengo el blog abandonado y es verdad) una reflexión ajena pero que es experiencia universal de cualquier cura que lleve un tiempo en la tarea y se vea en la tesitura de decir que no a algo o a alguien. Iba a escribir de esto e igual lo hago en otro momento, pero mientras tanto comparto la historia del amigo Jorge:
"Hay momentos en los que la vida pastoral no es en absoluto sencilla.
Tienes que estar atento al anuncio fiel del evangelio, a la
administración da los sacramentos, al ministerio de la caridad… y todo
eso tratando de compatibilizar –vano esfuerzo- el atender a cada cual
como necesita, y a la vez intentar tratar a todos por igual. Porque
claro, cada uno es cada uno, pero a la vez por qué Fulanito sí y yo no. Y ahí tienes al señor cura haciendo encaje de bolillos.
No suele haber problemas en estas cosas. La inmensa mayoría de la
gente, aunque no siempre comprenda, se da cuenta de las dificultades, y
acaba aceptando las cosas con una cierta deportividad. Pero… también existe la cofradía de los santos amenazantes… ¿No los conocen? Pero bueno…
Amenazante D. Joaquín, que no comprende que eso de que hagan juntos
la primera comunión sus dos retoños, que se llevan más de dos años, no
puede ser. Y como no lo comprende, amenaza con dejar de colaborar económicamente en la construcción del templo.
Estábamos aún en el prefabricado. No pasa nada D. Joaquín, le dije. En
mi pueblo, hay una preciosa iglesia, viviendas y locales, y un servidor
tiene allí una casita que heredó de sus padres. ¿Qué ustedes prefieren no tener centro parroquial? A mí plin… No lo hago para mí, yo lo tengo resuelto.
Menuda se puso doña Asunción porque se le dijo que eso de hacer la
boda de su hija en el chalet no podía ser, que ni la hacíamos ni se la
autorizaba como párroco. ¿Y si voy al vicario? Le dirá lo mismo. ¿Y el
obispo? Me temo que también. Pues nada, que para eso era mejor dejar la
Iglesia, que de qué servía ir a misa los domingos si luego le hacíamos
esto. Que si no se hacía la boda en el chalet, no volvía a pisar una
Iglesia. Pues usted misma, doña Asunción. Ya se lo explicará a Nuestro
Señor el día en que se encuentren cara a cara.
Servidor era el administrador del cementerio parroquial allá
en el pueblo. Se cobraba una pequeñísima cuota mensual por el
mantenimiento, para que al menos estuviera limpio y no salieran
hierbajos. Hubo que subir un poco porque es que ya no daba ni para el
herbicida. Llegaron juntas Rafaela y Joaquina, y Joaquina me dijo: ¿y si por subir las cuotas la gente deja de pagar? No tuve que responder yo, lo hizo Rafaela: mira Joaquina, este señor cura tiene a sus muertos enterrados en su pueblo, nosotras los tenemos aquí. Tú sabrás si quieres que tus padres estén entre hierbajos o en un sitio arreglado y limpio. Sabia mujer, una vez más.
Jesús trajo un tan enorme como horrible cuadro de San José con
la pretensión de colocarlo en la hermosa iglesia parroquial. No es que
no pegara ni con cola, es que espantaba a las mismísimas ánimas del
purgatorio. ¿Dónde lo va a colocar? Me temo que en ningún sitio. Pues si no lo pone bien visible me voy de esta parroquia y no me ve más por aquí. Suerte Jesús, que encuentres tanta paz como nos dejas…
¿A que ya van entendiendo mejor lo que es la cofradía de los santos amenazantes? Sin
descartar a los que no solo te amenazan con un garrotazo, sino que te
están esperando en la carretera para hacerlo realidad. Pero aquella vez
yo corrí más."
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios, se agradecerá la correcta ortografía y la opinión constructiva.