lunes, 6 de diciembre de 2010

Una visión africana de la Iglesia y el SIDA

Dios llora en la tierra
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Una visión africana de la Iglesia y el VIH

Entrevista con el fundador de “AIDS Network” de Nairobi

ROMA, domingo 5 de diciembre de 2010 (ZENIT.org). – La Iglesia católica es quien más cuida en África a las víctimas del sida, y para los hombres, mujeres y niños africanos que sufren la enfermedad, la Iglesia no es sólo un organismo que presta servicios: es una Madre.

Ésta es la impresión que comparte el padre jesuita Michael Czerny, fundador de African Jesuit AIDS Network.

El sacerdote jesuita estableció esta red en el 2002 como un medio para ayudar a los jesuitas de África a afrontar el tema del VIH/Sida. Ahora el padre Czerny está en Roma, trabajando como asistente de uno de los africanos más importantes del Vaticano: el cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

En esta entrevista, el padre Czerny habla sobre la forma como la Iglesia cuida a las víctimas del sida y por qué su labor es tan poco reconocida.

- ¿Qué le llevó a comenzar esta labor con el VIH?

Padre Czerny: Trabajaba como secretario de Justicia Social en la casa general jesuita de Roma y algunos jesuitas de África alertaron sobre la pandemia de sida de final del milenio. Y por eso, aquí en Roma, trabajamos durante dos años con colegas de África para proponer medidas, y estas medidas fueron incluir una red de apoyo y respaldo y comunicación. Así fue como se fundó la African Jesuit AIDS Network a mediados del 2002 y dejé mi trabajo en Roma para ir a Nairobi para dirigir dicha red.

- ¿En quién piensa usted cuando piensa en el VIH/Sida?

Padre Czerny: Algunas veces pienso en la gente a la que primero escuché hablar en Canadá que sufrían tanto con tanto miedo y confusión durante los últimos ochenta y principios de los noventa, pero ahora pienso en personas diversas de África. Quizá mencionaría sobre todo a Rosana, una joven mujer seropositiva, que primero dio a luz a un niño no seropositivo, luego a una hija que sí lo era, a la que perdió, luego fue abandonada por su marido, fue expulsada de su familia y luchó por criar a su hijo. Vive de modo tan positivo como puede, con el compromiso firme de vivir tanto como pueda para poder ver a su hijo en la escuela y lograr comenzar bien en la vida. La admiro y siento que ella es la clase de persona a quien quisiéramos – en cierto sentido – promover. Tenemos la esperanza de que todos aquellos con VIH tengan la actitud positiva que tiene Rosana.

- A la Iglesia católica se la suele denigrar públicamente por su postura ante el VIH/Sida y pocos se dan cuenta de su importante labor al proporcionar cuidados a las víctimas del VIH/Sida. ¿Puede hablarnos de esto?

Padre Czerny: Claro. La Iglesia universal es la primera institución en cuidar a quienes son seropositivos y sufren de sida, además de cuidar también a quienes se ven afectados – sobre todo a las viudas, huérfanos y otros que soportan esta carga. Así que es muy amplia la gama de tareas que lleva a cabo la Iglesia.
Si usted mira a nivel médico, quizá a nivel mundial, la Iglesia ofrece el 25% de los servicios de sida. Mi opinión es que la media en África está cercana al 40%, quizá incluso al 50%. Cuanto más lejos se esté de las grandes ciudades, más cerca del 100% se estará. Con frecuencia, los únicos servicios contra el sida en las zonas remotas son las clínicas de la Iglesia.

- ¿De qué hablamos cuando nos referimos a proporcionar cuidados?

Padre Czerny: Puesto que el VIH y el sida no son sólo una infección o enfermedad sino también un enorme problema cultural, personal, familiar, social y espiritual, lo que la Iglesia logra hacer, y aquello por lo que creo que debemos estar orgullosos como Iglesia, es tratar a la persona entera y no sólo la infección – no sólo la parte médica. Así una persona seropositiva puede acudir a la Iglesia por una amplia gama de cuidados y apoyos que se pueden resumir en ser aceptado como persona y animado a seguir viviendo de modo tan pleno como le sea posible, y a no permitir que el VIH/Sida sea una sentencia de muerte.

-¿Cómo es la visión africana de la labor de la Iglesia en esta área de los cuidados?

Padre Czerny: Creo que muchos africanos dirían: “La Iglesia estaba con nosotros antes del sida. La Iglesia está ahora de modo generoso durante el sida y la Iglesia estará con nosotros después del sida”. En este sentido la Iglesia no es vista tanto como un organismo que proporciona proyectos o servicios sino como esa realidad a la que llamamos “Madre”: la madre que está ahí y que siempre estará ahí, y lo estará mientras sea necesaria.
Usted sabe que la Iglesia en África se llama a sí misma la familia de Dios en África; ésa es la definición que viene del primer sínodo de África y es así como diría que la Iglesia afronta el VIH y el sida, como una familia. Intentamos hacer que todos sientan que son parte de una familia, ya tengan necesidad de cuidados o estén en posición de ofrecer alguna clase de cuidados.

- Usted usó una vez Mateo 8,3 –“Él extendió la mano, le tocó, y dijo: 'Quiero. Queda limpio'. Y al instante quedó limpio de su lepra”– como un ejemplo de la postura de la Iglesia ante la infección del VIH y de su apoyo. ¿Puede decirnos por qué escogió este ejemplo en concreto?

Padre Czerny: Con gusto. Allí estaba aquel leproso que, en primer lugar, se atrevió a acercarse a Jesús –lo cual iba contra de la ley– y le desafía, diciendo: “Si quieres puedes curarme”. Y Jesús hizo dos cosas. Dijo: “Quiero”, y se acercó y le tocó y le curó.
En esta escena muy breve tenemos muchas dimensiones del cuidado del sida, del verdadero ministerio pastoral. El primero: “Claro que quiero” es la disponibilidad a ayudar. Alguien que está en graves problemas y muy afectado, y quizá rechazado de modo muy cruel por todos aquellos con los que siempre había contado, puede volverse hacia la Iglesia y sabe que allí encontrará una respuesta positiva. No habrá ningún juicio. No habrá ningún cálculo y la respuesta será: “Claro que quiero”. En segundo lugar, nos acercamos y tocamos. Creo que es el gesto más fundamental en la respuesta al sida.

- ¿De este modo, a través de la Iglesia, Cristo toca a la gente?

Padre Czerny: Una persona que ha escuchado, sobre todo hace poco, que tiene un diagnóstico positivo de VIH se siente como muerto – se siente no humana, y, desgraciadamente, la sociedad, la cultura, y en ocasiones incluso la familia, le tratarán como una persona muerta. Dirán: “Tú ya no existes para nosotros. Estás muerto. Vete. No vuelvas a mostrarnos tu rostro otra vez”. Así que la persona se siente muerta y no humana y no hay nada que pueda convencer de lo contrario a una persona en esta situación. Luego hay que pensar en un niño que sufre y tiene problemas y en el efecto en su humanidad, en su dignidad, al ser tocado, al ser abrazado. Además había un fuerte tabú cultural y médico en contra de tocar a un leproso. Jesús lo rompe, sin preocuparse por el peligro de infección y se preocupa más de acercarse a la persona para tocarla, aquel toque sanador. Y eso es lo que dirá la gente: “Cuando me encontré que era seropositivo, estaba muerto y ahora me siento vivo”. Y algunos incluso irán más allá para decir: “Antes de ser seropositivo perdía mi vida. Estaba despilfarrando mi vida por mi comportamiento. Ahora, desgraciadamente soy seropositivo, pero ahora vivo de verdad y vivo mi vida de modo responsable por mi familia –si la tiene– y por los demás”.

- El Papa Benedicto XVI desató una controversia cuando sugirió que los condones no son la solución para el problema del sida en África. ¿Por qué la controversia? ¿Qué ocurrió?

Padre Czerny: Hay una “verdad” que la gente se ha aprendido, que si una pareja decide utilizar un condón y uno de ellos está infectado, y usan el condón de forma constante y correcta, esto reducirá las posibilidades de infección. Esto con una pareja. Pero luego la gente piensa: “Bien, si un condón iba bien para una pareja entonces un millón de condones debe ir bien para la población de un pueblo o de una ciudad”, y esto no es verdad.
Las estadísticas confirman el hecho de que la distribución masiva de condones como una estrategia de prevención no tiene éxito. No baja la proporción de afectados, y esto es lo que ha dicho el Santo Padre. No ha negado que el condón sea útil en ocasiones. Lo que ha negado es que la promoción de condones como estrategia primaria de prevención no tiene éxito. No logra su objetivo. No baja la tasa de VIH de la población. Pero la gente se ha alterado mucho porque no han estudiado ni escuchado con cuidado lo que ha dicho y porque no están bien informados, y porque hay un montón de ideología y de emoción y de intereses detrás de todo este tema, y por eso ha habido tanta controversia.

- El Dr. Edward Green, director del Proyecto de Investigación de Prevención del Sida, del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de Harvard, ha afirmado que como científico, estaba sorprendido al ver lo cercano que está lo que dijo el Papa en Camerún y los resultados de los descubrimientos científicos más recientes. Él afirmaba que el condón no previene el sida; sólo el comportamiento sexual responsable puede afrontar la pandemia.
Ahora usted ha mencionado la cuestión de la ideología. ¿Estamos hablando también de la discrepancia de valores entre nuestra sexualidad –el estilo de vida que hemos escogido en la civilización occidental– y los valores culturales en continentes como África? ¿Se está creando una brecha cultural?

Padre Czerny: Sí, hay una brecha entre lo que ahora se considera normal o aceptable en la cultura globalizada: la cultura de los medios, de la publicidad, del marketing. Esos valores están en fuerte tensión con los valores católicos tradicionales y con los valores africanos tradicionales.
Quizás podríamos resumir el valor cultural de la cultura globalizada en cuanto a la sexualidad como la confianza –yo diría la promoción– en la idea del consentimiento mutuo. Es decir, la norma del comportamiento sexual es el consentimiento de los dos participantes y, siempre que los participantes tengan la edad mínima y consientan libremente, no hay otras normas que aplicar. Esto es lo que la cultura globalizada promueve en cuanto a la sexualidad. Así que, siempre que tú y otra persona estéis de acuerdo, todo está bien y nadie puede cuestionarlo.
La idea que tenemos en la Iglesia y la idea que tenemos en África es que hay otras normas y que esas normas no dependen sólo de ti y de mí: dependen de nuestra familia, dependen de nuestra comunidad, dependen de nuestra parroquia, dependen de nuestra nación, quizá incluso de nuestra tribu. Esta idea está en oposición a lo anterior porque en África, y en la moral católica tradicional, no sólo está lo que tú y yo acordemos para que algo esté bien; hay otras normas y esas normas de hecho orientan lo que tú y yo haremos, o no haremos, en ciertos momentos de nuestras vidas con ciertas personas. Así que las diferencias son muy acusadas.
No se habló de esto en la controversia, pero estoy completamente seguro de que es el verdadero tema; que el Papa representa una serie de normas sobre la sexualidad que no queremos aceptar porque son más exigentes. Están también más abiertas a la vida y, al final, dan más felicidad. Pero a corto plazo parecen ser más exigentes que simplemente dos de nosotros nos pongamos de acuerdo en lo que queremos hacer.

- Así que abstinencia, fidelidad. Esto es de hecho lo que señalan los obispos africanos: éste es el camino a una mayor felicidad, a un mayor bien.

Padre Czerny: Así es. Decimos esto no porque lo pensáramos ayer, sino porque ésta ha sido nuestra experiencia y ésta ha sido la experiencia de toda cultura seria; que la sexualidad es un gran don, una cosa maravillosa que, para apreciarla y usarla de modo apropiado, requiere disciplina, requiere normas, requiere el reconocimiento de que no todo es posible; y es está, como digo, una sabiduría humana de hace mucho, pero que va contra los principios del entretenimiento y del marketing. Por eso tenemos un conflicto.

- ¿Se ha enfadado usted o se ha sentido frustrado quizás con lo que podría considerar una postura terca, si hemos comprendido que el condón no es la solución, sino un montón de dinero y un montón de tiempo y un montón de esfuerzo dirigido en una dirección que no parece proporcionar las respuestas?

Padre Czerny: Es verdad, es demasiado malo, pero no hay nada de verdad por lo que uno se tenga que enfadar. El hecho es que el VIH es un desafío para todos y en África es un desafío prácticamente en cada comunidad y, en algunos lugares, en cada familia. Creo que va a llevar tiempo hacerle frente y, sí, la promoción masiva de los condones es una destrucción. No es salir al paso del problema y no ayuda, sino que desgraciadamente no es el único ejemplo de postura terca impuesta a África y África ha sobrevivido a otras políticas equivocadas, y también sobrevivirá a ésta.
Pero mi esperanza es que con el tipo de enseñanzas que el Santo Padre ha dado haremos progresos, y el progreso consiste, en última instancia, en mejorar las estadísticas. El verdadero éxito está en que los jóvenes sean capaces de vivir su sexualidad más responsablemente. Cuando las parejas casadas viven su sexualidad de modo más responsable, y cuando, como dije al principio, la familia de Dios se enfrenta al sida como una familia, esto, creo, es una señal de que Dios trabaja en África.
Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para “Dios llora en la Tierra”, un programa semanal radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

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Más información en www.ain-es.org, www.aischile.cl

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