Hoy, como cada mañana, los niños pasaban camino del colegio, muchos acompañados de sus madres o abuelos. El ruido de las ruedas de las mochilas, las conversaciones todavía apagadas por lo temprano, es el sonido que indica que todo comienza un día más.
Hoy al pasar por mi ventana un niño decía a su madre: "En esta casa vive el cura, estas dos ventanas son de su casa". No vi al niño, pero me hizo gracia la vocecilla de circunstancia que ponía, como quien está dando una información importante. Me dio risa la sencillez y, a la vez, solemnidad con que compartía lo que sabía con su madre.
Me recordó aquellos tiempos en que todo parecía enorme y lleno de misterio. Una época que se vuelve cada día más lejana, pero ya se sabe, de los que son como niños es el reino, haremos bien en no perder esa capacidad de sorpresa, de admiración, de mirar a través de las cosas y las personas y ver la verdad sencilla y claramente. Algo que parece perderse junto a la inocencia.
No estaría mal que, de vez en cuando, recordáramos ese tiempo y no olvidáramos lo que aprendimos cuando aún ignorábamos tanto.
Una sonrisa:
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